lunes, 19 de noviembre de 2012

Muchas son las competencias que tiene que dominar un buen orientador, pero hay dos elementos claves que debemos tener en cuenta por encima de los demás. Tanto la comunicación verbal como la no verbal son el vehículo que nos llevaran a alcanzar una adecuada intervención. Son elementos entrenables pero si nacemos con una mayor virtud sobre ellos tendremos mucho ganado.

La comunicación verbal hace referencia al contenido. Responde a dos preguntas.
¿Qué dice?
¿De que manera?
Dentro de ella entrarían el tono, el volumen, el ritmo, como dice las cosas y de que manera. Y nosotros como orientadores tenemos que calibrar y descubrir que nos quieren decir.

Inmersa en el proceso comunicativo está el silencio. Os habéis preguntado alguna vez si os incomodan los silencios. Es cierto, que no nos sentimos cómodos con los silencios pero son esos momentos que debemos usar para que piense el otro. En él se producen momentos de asociaciones mentales o momentos de autocomprensión.

Como orientador/a:
Debemos respetar los silencios del cliente.
Introducir silencios, no precipitarnos al hablar.
Si interrumpimos al cliente sentirá: Que no lo valoramos, no lo escuchamos.
Debemos también adecuar nuestro lenguaje.

Por otro lado, tenemos la comunicación no verbal. En ella juegan un papel importante la postura, nuestra mirada, nuestros gestos, nuestras caras, los espacios entre cliente y orientador, la posición de nuestro cuerpo, la expresión facial. Estos elementos por si solos no significan nada, pero en conjunto pueden dar mucha información.

Por un lado, tenemos la postura que comunica actitudes, miedo, timidez, incomodidad, interés, aburrimiento, etc. Y en ella incluiríamos la posición del cuerpo, la distancia, la posición de la cabeza y hombros, los brazos y piernas.

Como orientador/a:
Cuidar mi postura y distancia.
Disposición de los asientos.
Eliminar barreras.

Otro elemento importante es el espacio. Que no es otra cosa que el lugar donde se lleva a cabo la orientación. En ella jugarían un importante papel el tipo de silla y las plantas.

Además también incluiremos el contacto visual dentro de la comunicación no verbal. Este elemento nos proporciona información sobre la asertividad, timidez, vulnerabilidad.

Como orientador/a:
Mirar a los ojos. Muestra interés.
Buscar el grado correcto de grado visual.
Evitar una excesiva fijación visual ya que produce incomodidad.

A su vez, la expresión facial también es importante dominarla. Como orientadores es importante ser consciente de las propias expresiones faciales y el EFECTO que tienen en el cliente. Debemos entrenarlas delante de un espejo. Y cuando la usemos debemos intentar ser accesibles, acogedores, mostrar interés. Y evitar aburrimiento, desinterés, impaciencia.

Además debemos dominar el uso de los gestos. Por un lado, hay que dominar el RAPPORT. Hablamos de igualar el tono de voz, la postura, el lenguaje, no debemos imitar, y debemos hablar de manera calmada para lograr una conexión. También, buscar el término medio al gesticular. Y por último evitar una fijación visual que provoque incomodidad.

Por último, hay que hacer uso de una buena escucha activa. Dentro de las características que debemos recoger dentro de una buena escucha activa incluiremos:
Mantener contacto visual.
Postura relajada.
Empatía y comprensión.
Expresión verbal.
Usar silencios.

No debemos nunca:
DISTRAERNOS.
INTERRUMPIR AL QUE HABLA.
JUZGAR.
OFRECER AYUDAS PREMATURAS O NO OFRECERLAS.
RECHAZAR LO QUE EL OTRO ESTA SINTIENDO.
CONTAR TU HISTORIA CUANDO EL OTRO NECESITE HABLARTE.
CONTRAARGUMENTAR. ME SIENTO MAL, YO TAMBIÉN.
EVITAR EL SINDROME EXPERTO. TENER LA RESPUESTA AL PROBLEMA DE LA OTRA PERSONA.

Un buen dominio de todas estos elementos es esencial en la práctica de la orientación. Controlar tanto la comunicación ordinaria como la comunicación no verbal permitirán que el proceso orientador sea eficaz, útil y práctico.


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