miércoles, 7 de noviembre de 2012

Saber, querer, hacer..

Cuando nos enfrentamos a un proceso de ayuda dirigido hacia un individuo, da igual el modelo de ayuda que utilicemos (counselling, orientación, coaching..) hay ciertos tipos de problemas o situaciones que pueden influir en nuestra capacidad de ayudar. Ante todo, como orientadores o psicopedagogos debemos ser lo más objetivo posible en cualquier proceso de ayuda, y si observamos que en una situación nuestra opinión sobre la misma se subjetiviza, debemos darnos cuenta y actuar en consecuencia derivando el caso a otro profesional más capacitado.

Es evidente que cuando comienzas tu labor como orientador, lo primero de lo que vas a carecer es la experiencia, pero eso con el tiempo se supera ya que nos enfrentaros a muchos casos diferentes. A su vez, nuestro conocimientos deberán ir avanzando de la mano de la experiencia. Lo que es más complicado de superar son ciertos juicios de valor o situaciones en las que nuestra opinión nos provoquen una disonancia que no nos permita ayudar adecuadamente al individuo.

Por ejemplo: ¿Pongamos que viene un maltratador a tu consulta, y tú no concibes el maltrato como algo normal? ¿Cómo afectarían en esta situación tus juicios de valor? Es difícil, pero por mucho que nos cueste debemos dejar a un lado nuestro prejuicios para poder ayudar al individuo. En este caso, escuchar al maltratador e intentar que supere esta conducta.

En ocasiones, estos juicios de valor no nos provocan ninguna disonancia a la hora de ayudar, pero en otras son tan fuertes que imposibilitan totalmente nuestro proceso de actuación. A lo largo del desempeño de nuestra labor como orientador nos iremos dando cuenta cuales nos afectan más que otros, pero puede que de inicio ya lo sepamos. Algunos de ellos podrían ser:


  • Ayudar a alguien que conocemos.
  • Temas relacionados con la sexualidad. Promiscuidad, orientaciones sexuales.
  • Conductas racistas.
  • Maltrato verbal, psicológico o físico.
  • Abuso de drogas, alcohol.
  • Obsesiones con personas, drogas, deporte, cosas.
Estas son algunas de las situaciones en las que nuestros juicios o prejuicios puedan verse más afectados para un buen desempeño de nuestra profesión. ¿Se te ocurren algunas más?

Uno este tema con las competencias y las habilidades que debe poseer un buen orientador:

  • Escucha activa.
  • Responsabilidad.
  • Confidencialidad.
  • Superación.
  • Objetividad.
  • Confianza en si mismo y en el proceso de ayuda.
  • Empatía.
  • Estar libre de prejucios.
  • Honestidad.
  • Autorregulación emocional.
Poseer estas capacidades además de utilizarlas eficazmente nos permitirán desarrollar nuestra labor de la mejor manera posible.


No hay comentarios:

Publicar un comentario